“No hay ningún concepto que se pretenda blanco. El blanco relacionado con la ausencia, antagónico en su manifestación, es a la vez comienzo, luto y resurrección; conjunción. Existimos compuestos por confluencias fortuitas de cuerpos visibles-invisibles pero, ante todo, cuerpos indivisibles que se corresponden, acoplan y discurren al alcance de la mano agrupados en sus formas y texturas”, escribe Patricia Dalgo sobre la muestra.

Desde su subjetividad concreta, Cinthia Guerra trabaja técnicas textiles -coser, bordar, juntar- para materializar un entramado de discursos que dejan cada uno una marca en el tropezar de las superficies. Cada sello, cada huella, es una herida que se hace y deshace; una suerte de dolor generacional que sana con cada signo compartido.

Abuelas, madres, hermanas e hijas susurran en color blanco un mensaje que inunda el hogar y que trae novedades para futuras generaciones. En ese blanco, en esa comunicación visual transparente y objetiva, se puede encontrar al mismo tiempo experiencia y fragilidad. Como en un vaivén profundo de hilos e historias compartidas en mudo intercambio, la obra expuesta en “Atávico” lleva al espectador al pasado para hacerle conocer la inmensidad de laberintos recorridos en oscuridad pero que ahora el blanco viene a renovar.

Cinthia Guerra es egresada de la carrera de Artes visuales en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Su trabajo artístico aborda diferentes interrogantes en relación a la familia, las generaciones pasadas y venideras; a las relaciones que van tejiéndose en la misma, la búsqueda constante del hogar y a los roles que la mujer ejerce en todos los ámbitos de su vida. Uno de esos ámbitos es su rol de mamá, que le ha llevado a indagar sobre aspectos relacionados a la educación.

Otro, es la pedagogía (Arteducarte, 2011-actualidad). La curiosidad de aprender más sobre diferentes técnicas pedagógicas la han llevado por caminos diversos que de a poco se han convertido en experiencias de vida que la han enriquecido como persona. A lo largo de estos años de trabajo en educación comprendió que el juego, tanto dentro del aula como en sus propios proyectos artísticos, es lo más importante en estos procesos de aprendizaje.